La consola cúbica de Nintendo es recordada con bastante nostalgia por muchos nintenderos, incluso algunos la consideran la última «verdadera» consola de la Gran N. Nació como un ambicioso proyecto para plantar cara a la todopoderosa PlayStation 2 y por el camino se topó con una nueva competidora, Xbox.
En este especial, hacemos un repaso a los posibles desencadenantes que llevaron a GameCube a ser la consola de sobremesa de Nintendo menos vendida en su ciclo de vida.
GameCube albergó en sus entrañas una CPU de IBM, conocida como Gekko, y una GPU Ati desarrollada conjuntamente por Nintendo y ArtX, dotando a la máquina de capacidades técnicas que la situaban por encima de la que Nintendo tenía como principal competidora: bastaba con ver juegos como Metroid Prime, Rogue Squadron III o Resident Evil -incluso el port de la cuarta parte lucía mejor en el cubo que en PS2– para darnos cuenta de esto.
Sin embargo, la gran amenaza para Nintendo fue Microsoft con su entrada como fabricante de consolas, en un sector de los videojuegos que crecía vertiginosamente y que acaparó la codiciosa atención de los de Redmond, y ya sabemos cómo las gasta Microsoft. Si bien, la Xbox se ponía por delante de GameCube en potencia bruta, dejando a la consola de Nintendo en un término medio, por encima de PS2, pero aún lejos del nivel de Xbox. Esto, aunque parezca una chorrada, tiene su importancia: muchos juegos se hacían en base a PS2 al ser la plataforma más vendida, mientras que otros tantos tomaban a Xbox como consola referente por su similitud al PC, y de hecho, esta máquina recibió bastantes ports de juegos de compatibles.
Otro asunto espinoso fue el soporte óptico empleado para la consola. En su momento, Nintendo reconoció abiertamente que el formato del cartucho para Nintendo 64 fue todo un error y que los mini DVD elaborados por Panasonic para GameCube no supondrían un obstáculo para los desarrolladores. Pues bien, lo que ocurrió es que la capacidad de estos discos fue claramente insuficiente (1,50 GB) y se tradujo en juegos que llegaban en más de un mini DVD y se tenían que comprimir grandes cantidades de datos, afectando así a la propia calidad del audio y el vídeo. También se esgrimieron argumentos para defender este formato, como que muchos niños pequeños iban a usar la consola y que este tamaño de discos era idóneo para ellos, que no era necesario recurrir a ocupar todos los GB de un DVD para hacer un buen juego o que Nintendo debía protegerse de la piratería (cosa que no evitaron: aunque más aparatoso que en PS2 o Xbox, los backups podían correr en consolas GameCube modificadas, y como todos sabemos, con Wii no les tembló el pulso para elegir el DVD como formato y las cotas de piratería en este sistema fueron muy alarmantes)
La imagen de marca familiar o hasta infantil también parece que fue perniciosa para la consola (aunque en honor a la verdad, había juegos para todas las edades, desde Ty: The Tasmanian Tiger hasta los Resident Evil). También hay que señalar que GameCube llegó tarde a la fiesta: en Japón se puso a la venta en septiembre de 2001, haría lo propio en noviembre en EEUU y, finalmente, hasta mayo del año siguiente no pudimos disfrutar de la máquina en Europa, y para entonces, Xbox ya había desembarcado en todos los territorios, mientras que PlayStation 2 ya lo hizo a lo largo del 2000 (marzo en Japón, octubre en EEUU y noviembre en Europa)
Las ventas de la consola, y su distribución -tanto para máquinas como para juegos, siendo especialmente mala en España-, no ayudaron tampoco: a pesar del precio rebajado de GameCube frente a la competencia, no se consiguió el efecto deseado, y recordemos que la consola pasó de 199€ a 99, cuando Xbox salió a 480 euros con una posterior rebaja a 300, y tan sólo se vendieron 21 millones de GameCube frente a los 24 que consiguió la máquina de Microsoft, y por supuesto, quedando muy lejos de los más de 155 que ha logrado PS2. Esto se tradujo también en la falta de apoyo de estudios y compañías a GameCube: hubo géneros un tanto huérfanos y multitud de juegos que salían en PS2 y Xbox no veían la luz en la máquina de Nintendo.
Otro factor, aunque quizás algunos lo señalen como anecdótico, fue que la consola vivió en una época de transición de poder en la propia Nintendo: el histórico Hiroshi Yamauchi cedía la presidencia al actual Satoru Iwata, del que dicen que no prestaba mucha atención a GameCube, ya que estaba más centrado en los planes de futuro de la compañía.
Como vemos, no fueron pocos los hándicaps de GameCube: llegó tarde, había mala distribución de consolas y juegos, muchas compañías no apoyaron a la consola adecuadamente, el formato del mini DVD fue un error, el prejuicio de consola infantil y la transición interna de poder de Nintendo golpearon con fuerza a una consola que nació levantando bastantes expectativas y de la que no se esperaba que se repitieran los errores de su predecesora: al final, GameCube resultó ser un desastre mayor que Nintendo 64, pues sólo se vendieron 21 millones de consolas frente a los 33 de la 64 bits.
Ya sabemos que aunque el éxito no acompañe, no quiere decir necesariamente que no existieran juegos de calidad: Super Smash bros, The Legend of Zelda: Wind Waker, The Legend of Zelda: Twilight Princess, la saga Resident Evil (con ese increíble remake y el exclusivo Resident Evil 0), Viewtiful Joe, Metal Gear Solid The Twin Snakes, la dos entregas de Metroid Prime, los Pikmin, Baten Kaitos, Eternal Darkness, Mario Kart Double Dash, Geist, Wario World, Wario Ware, la saga Mario Party, Soul Calibur 2 (con Link como personaje exclusivo), Luigi’s Mansion, Tales of Symphonia, Final Fantasy Chrystal Chronicles, Fire Emblem, Star Fox Adventures (el último juego de Rare para una consola de sobremesa de Nintendo), Paper Mario: la puerta milenaria, Mario Smash Football, F-Zero GX, Donkey Kong Jungle Beat o P.N. 03 son ejemplos del gran catálogo de GameCube, llegando incluso algunos de estos juegos a ser relanzados para Wii, pero eso, amig@s, ya es otra historia.